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EL QUE ESTÉ LIBRE DE AUTOTUNE, QUE ARROJE EL PRIMER TEMA

Actualizado: 23 jun

Publicado en Facebook a través de Sonido Artístico (2018)



Charly García dijo que “hay que prohibir el Autotune” en la entrega de los Gardel y el país perdió la cabeza: las redes se inundaron de alabanzas, críticas y hasta revivals de Pappo cargando contra la música electrónica. La sencilla frase de García, en el contexto en que fue dicha, merece que nos tomemos un momento para analizar qué quiso decir y por qué tantas personas sintieron la necesidad de expresar su apoyo o repudio.


Esa misma noche, unos instantes previos a la declaración polémica, el cantante de trap Duki hizo una presentación en la que su voz se escuchó “tuneada”. Parecería obvio que la declaración del prócer del rock nacional fue un “palo” para el joven trapero, un intento de menospreciar su carrera.


No es la primera vez que un artista proveniente del rock se pronuncia en contra del software de afinación. En 2009, la banda Death Cab for Cutie se presentó en la entrega de los Grammys con cintas celestes en las solapas de sus sacos que simbolizaban estar “en guerra contra la manipulación digital de voces”. En 2013, Dave Grohl expresó estar en contra del uso del Autotune para lograr que una voz suene “correcta o perfecta, porque le roba autenticidad a la música”. En 2015, Corey Taylor de Slipknot dijo que el uso de esa herramienta le parecía “insultante para la gente que tiene talento pero recibe menos atención”. En síntesis, a varios representantes del rock les molesta que la herramienta sea utilizada para lograr un producto “alejado de lo natural” y que la música de consumo masivo tenga voces afinadas digitalmente.


El debate sobre el software de afinación es similar al uso de otras herramientas de la producción musical: la edición de baterías “golpe a golpe” (con Beat detective, Elastic audio, etcétera) y el triggering también son técnicas que suelen dividir las opiniones de lxs profesionales de la música. Las palabras “realismo” y “autenticidad” plagan estos intercambios en los que casi nunca se llega a un consenso.


Hasta acá, nada nuevo bajo el sol pero, ¿qué es un audio “realista”? La respuesta parece obvia: el audio más fiel a la realidad. Para no convertir este espacio en un vórtice filosófico, salteemos la parte de definir realidad. Asumiré a todas las personas que están leyendo este texto definimos esa palabra de la misma manera.


Son varias las preguntas que surgen a partir de esta premisa del “audio realista”: ¿cuándo un audio deja de ser realista? ¿Cuando lo procesamos digitalmente? ¿Cuando ecualizamos? ¿Cuando hacemos compilación de tomas? ¿Cuando elegimos colocar el micrófono cerca de la fuente para generar efecto de proximidad? ¿Cuando elegimos hacer microfoneo cercano aunque nunca escucharíamos un ride con la oreja pegada a él? ¿No sería más realista grabar todo un conjunto sólo con una cabeza binaural?


Desde el momento en que se elige hacer un registro sonoro, la fuente se transforma en una serie de impulsos eléctricos o un compendio de ceros y unos, dejando de ser presión sonora para convertirse en una representación realizada por unx técnicx de grabación. Todas las decisiones tomadas durante ese registro afectarán a la percepción de quienes oirán la obra terminada y jamás será lo mismo escuchar la grabación que escuchar a esx artista en vivo, en la sala, sin ninguna clase de equipamiento de por medio.


Ya no podemos concebir nuestra vida sin tecnología: hoy en día, la voz de una persona puede ser amplificada para que miles de espectadorxs la oigan en un estadio, conmoviendo a su público. No existe ningún ser humano que logre eso sin ayuda de equipamiento. ¿Vamos a llamar embaucadorxs a lxs artistas que usan amplificación? ¿Y acaso esa amplificación no está motivada por cuestiones comerciales, para que entre más gente y cortar más tickets?


La tecnología nos ha permitido hacer cosas muy locas, como darle reverbs eternas a los tambores en los 80, armonizar guitarras con whammys, que Freddie Mercury cantara quichicientas veces sobre sí mismo (que, por más genial que fuera, no hubiera podido hacerlo a capella en un asado) y que todxs sonriéramos con el vocoder de “Despiertos para ponerla”, la mítica versión argenta de “Get lucky”. Aquí postulo mi axioma: lo importante no es que el audio sea lo más parecido posible a lo que se puede hallar en la naturaleza, sino que sea fiel a la intención de quien crea la pieza musical. La elección de las herramientas de producción es tan personal que a veces es inexplicable, y no debería ser juzgado por nadie. Para desarrollar mi punto, parafrasearé a un colega: “El disco es como el cine, y el vivo es como el teatro. Es hermoso ver la obra de cerca, tan tangible... pero en el cine tenés efectos especiales”.


Ya hay antecedentes de esta discusión en el arte. A principios del siglo XX, el estudio intensivo de las técnicas plásticas para plasmar la realidad alcanzó su cúspide con el desarrollo de la fotografía y lxs artistas comenzaron a tener otras inquietudes y necesidades. Fue así que el universo de la pintura dio a luz al expresionismo, un movimiento artístico que se centraba en la expresión de los sentimientos en vez de intentar representar la realidad objetivamente. Esta corriente heterogénea abarca al cubismo, el fauvismo y el modernismo entre otros. ¿Es Picasso, el pintor más icónico del cubismo, menos “válido” que Courbet por hacer esas figuras raras que no se parecen en nada a lo que vemos en la naturaleza? ¿Es “El grito” un cuadro de mierda que hay que tirar a la basura, en comparación con “La mona Lisa”? ¿Por qué decimos que una obra es más genial que otra? ¿Porque es más detallada? ¿Porque llevó más tiempo crearla? ¿Porque representa un tema con el cual la mayoría de la gente se identifica?Si lo más intrincado es inequívocamente mejor que lo simple, ¿por qué existe AC/DC? Y si “Chinese democracy” llevó tantos años, ¿por qué tanta gente prefiere “Appetite for destruction”? ¿Cuál es el verdadero enfado detrás de la demanda de realismo?


No hay una regla general a por qué la gente elige usar software de afinación. A lo bruto, se pueden identificar dos usos: uno correctivo (por lo general manual y cromático, que pasa inadvertido para los oídos no entrenados si está bien hecho) y uno artístico (diatónico y automático). Para cualquiera de los casos, hay incontables motivaciones: desde no tener el tiempo de estudio para meter la toma perfectamente afinada, pasando por la falta de acceso a la formación vocal, hasta la decisión estética de destruir el audio para dar una sensación “cyborg”. También hay quienes eligen invertir sus (a veces limitados) recursos en desarrollar su poesía, sus beats u otras habilidades técnico-musicales para poder crear piezas que reflejen el mensaje que quieren dar, y sienten que la afinación de la voz no es prioridad al transmitirlo. Es falaz asumir que siempre se recurre a la herramienta por no poder afinar, y que afinar equivale a tener talento musical. El mundo de la música está lleno de individuxs que afinan perfectamente y esperan triunfar en la industria, pero no le arrancan una lágrima a nadie ni motivan al público a aplaudir y bailar. También hay muchísimxs artistas que no pegan una nota pero crearon canciones que forman parte de la banda sonora de nuestras vidas.


Entonces, si no es el Autotune, ¿qué es lo que jode tanto de ciertas expresiones musicales? 


¿Qué tal si no juzgamos a lxs artistas, que están en todo su derecho de crear música como se les de la gana, sin prohibiciones de ningún tipo?


¿Acaso no habría que redireccionar el enojo a la industria, que establece los estándares de qué se comercializa y qué no, exponiendo y financiando casi siempre el mismo tipo de proyectos? 



 
 
 

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